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domingo, 10 de agosto de 2014

La librería ambulante. Christopher Morley

¡¡Qué placer!!

Ésta es de esas novelas que nos mantiene con una sonrisa en los labios mientras la leemos. Que nos deja esas sensación de ternura por el disfrute de las cosas simples, por la aventura, por el descubrimiento de la vida.

¿Personajes? De primera, entrañables, precisos, con cuerpos sólidos y personalidades atrapantes. Helen McGill es una delicia, su sentido del humor, sus reflexiones, sus decisiones, nos compra desde la primera línea. Roger Mifflin es todo un personaje, pícaro, honorable, tierno, un encanto. de esos tipos que uno no para de admirar y a los que a veces llamamos "un loco lindo." Y el hermano de Helen... otro. 
¿Trama? Ingeniosa, desopilante, tierna, simple, entrañable.
¿Estilo? Único, delicado y con un sentido del humor excelente. Y además con ternura. Y con simpleza.
¿Qué más? Sólo leerla y disfrutarla.

Prepárese para entrar en un mundo único y lleno de encanto, donde el tiempo se ha detenido: estamos en la segunda década del siglo XX, en unos Estados Unidos todavía rurales y de paisajes idílicos, donde conviven los viejos carromatos y los novísimos automóviles; Roger Mifflin, un librero ambulante que desea regresar a Brooklyn para redactar sus memorias, vende su singular librería sobre ruedas (junto a su yegua y su perro) a la ya madura señorita Helen McGill, quien decide, harta de la monotonía de su vida, lanzarse a la aventura y recorrer mundo. A partir de ese momento se sucederán los encuentros y los desencuentros, y las más divertidas peripecias se darán la mano con las grandes enseñanzas que proporcionan libros y librero.

Desde que este clásico de la literatura norteamericana se publicara en 1917 han sido muchos los lectores seducidos por su poder evocador, por el reconfortante humor que destila y, cómo no, por su atención a los pequeños detalles: estas páginas huelen a las hogazas de pan recién sacadas del horno; en ellas se siente el viento de otoño en los abedules.

«Cuando tengo ganas de sonreír un poco, para que sean más ligeras las tardes, leo las primeras novelas de Morley.» Eugene O’Neill, poco después de obtener el Premio Nobel de Literatura.

Recomendadísima...

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