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domingo, 24 de noviembre de 2013

La casa de las bellas durmientes. Yasunari Kawabata

Un relato con una historia original que nos lleva a la reflexión.
Es una obra... perturbadora. A través de una mirada fría, desalmada, sin sentimentalismo, el protagonista nos sumerge en sus reflexiones sobre el placer, la muerte, la sexualidad.
Parece como un mecanismo de relojería, que funciona, piensa, medita pero no siente.
Muy bien escrita, acertada en su estructura, con un final nihilista e impactante siguiendo las normas del relato corto o cuento. No nos deja indiferentes, muy por el contrario, nos interpela con crudeza.

Los relatos son como píldoras que, por un momento, nos desnudan una parte de la realidad y nos dejan expuestos. 

Muy buena.

"Quizá fuera un consuelo melancólico para un anciano sumirse en recuerdos de mujeres de un pasado remoto que ya no volverían, ni siquiera mientras acariciaba a una belleza a la que no lograría despertar. Eguchi se sintió invadido de un cálido reposo que tenía algo de soledad." La Casa de las Bellas Durmientes sobresale en la obra de Yasunari Kawabata por su perfección formal. Comienza con la visita del viejo Eguchi a una casa secreta gobernada por una mujer ordinaria y práctica que, al final, como él mismo, revelará su esencia inhumana. En ese burdel, el protagonista, de sesenta y siete años, pasa varias noches junto a los cuerpos de jóvenes vírgenes narcotizadas. A la vez que admira el esplendor de las figuras dormidas, rememora sus relaciones con mujeres: la esposa, la madre, la amante, sus hijas? Erotismo, lujuria masculina, vejez y violencia se entretejen en esta fulgurante novela breve que amalgama, como es típico en la obra del Premio Nobel de Literatura 1968, motivos tradicionales de la estética japonesa con temas modernísimos en ambientes casi irreales. Magnífica pero profundamente perturbadora, La Casa de las Bellas Durmientes es una escalofriante meditación sobre la sexualidad y la muerte. 

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