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sábado, 17 de marzo de 2012

La magia de la palabra. Ana María Matute.

Por algo son grandes.
Por algo son genios.
Porque las palabras que salen se sus bocas tiene la precisión y la carga inequívoca de haber llegado a lo esencial... es como si hubieran descubierto "la esencia" en el simple instrumento del idioma...

Y de hecho creo que es así, por eso leer a los grandes de la literatura (y que por algo lo son) es una experiencia trascendental, espiritual, que toca nuestras íntimas y esenciales fibras humanas... y a la vez, divinas...

En palabras de Ana María Matute encontré lo que mis limitaciones no saben decir elegantemente o con precisión pero que mi espíritu intuye... Lo que significa la palabra, lo que provoca la literatura, lo que descubre (y ME descubre) la escritura...
En literatura, como en todas las artes ( y también las ciencias) algunas creaciones, algunos descubrimientos, nos llegan al alma, nos descubren algo de nosotros mismos, nos reflejan en palabras de otro... Para mi es como el toque del dedo de Dios... ese momento de gracia, de encuentro eterno porque es el encuentro "con lo eterno, lo divino" que hay en cada uno...

Gracias A.M.Matute por "decirme" con tus palabras...

"(...)desearía aprovechar esta ocasión tan extraordinaria para hacer un elogio, y acaso también una defensa, de la fantasía y la imaginación en la literatura, que son para mí algo tan vital como el comer y el dormir, y que opongo a la aridez del espíritu que tan a menudo nos rodea, que se niega a ver la dimensión espiritual de lo material."

"El momento en que Alicia atraviesa la cristalina barrera del espejo, que de pronto se transforma en una clara bruma plateada que se disuelve invitando al contacto con las manitas de la niña, siempre me ha parecido uno de los más mágicos de la historia de la literatura, quizá el que ofrece un mito más maravilloso y espontáneo: el deseo de conocer otro mundo, de ingresar en el reino de la fantasía a través, precisamente, de nosotros mismos. Porque no debemos olvidar que lo que el espejo nos ofrece no es otra cosa que la imagen más fiel y al mismo tiempo más extraña de nuestra propia realidad."

"Porque los sentimientos —la alegría y la tristeza, la nostalgia, la melancolía, el miedo— permanecen como emboscados en estos cuentos, en los que se encuentran, me atrevería a decir, en su elemento natural. En ellos, en sus luces y sombras, se mezclan realidad y fantasía, las dos materias primas de los sentimientos, en la misma medida que ocurre en nuestra vida. Porque, ¿acaso nuestros sueños, nuestra imaginación no forman parte también de nuestra realidad? Yo creo que no hay nada ni nadie que sea única y absolutamente materia, y que todos nosotros, con mayor o menor fortuna, somos portadores de sueños, y los sueños forman parte de nuestra realidad."

"Y una vez al otro lado del espejo, una vez en el bosque, escritores y lectores podemos comprobar que Alicia, más que descubrirnos pasadizos desconocidos, nos ayuda a recorrer rutas ya conocidas: todo el mundo de Alicia, creo yo, puede residir en la vida o por lo menos en el recuerdo de lo que pudo ser la vida de muchos seres humanos. Porque escribir es, qué duda cabe, un modo de la memoria, una forma privilegiada del recuerdo: yo sólo sé escribir historias porque estoy buscando mi propia historia, porque acaso escribir es la búsqueda de una historia remota que yace en lo más profundo de nuestra memoria y a la que pertenecemos inexorablemente. Escribir es como una memoria anticipada, el fruto de un malestar entreverado de nostalgia, pero no sólo nostalgia de un pasado desconocido, sino también de un futuro, de un mañana que presentimos y en el que querríamos estar, pero que aún no conocemos, una memoria anticipada más fuerte aun que la nostalgia del ayer, nostalgia de un tiempo deseado donde quisiéramos haber vivido."

"Una búsqueda, sin duda. Y, a veces, hasta feroz. Algo parecido a una incesante persecución de la presa más huidiza: uno mismo. Esta búsqueda del reducto interior, esta desesperada esperanza de un remoto reencuentro con nuestro “yo” más íntimo, no es sino el intento de ir más allá de la propia vida, de estar en las otras vidas, el patético deseo de llegar a comprender no solamente la palabra “semejante”, que ya es una tarea realmente ardua, sino entender la palabra “otro.”

"(...) la palabra es lo más bello que se ha creado, es lo más importante de todo lo que tenemos los seres humanos. La palabra es lo que nos salva. Pero no la poseemos sin más, para utilizarla como un instrumento; si la tenemos es porque la consagramos a la búsqueda sin fin de una palabra distinta, no común, laboriosa y exaltadamente perseguida, pero que tan simple, tan sencilla resulta cuando la hemos hallado.

"Porque todos y cada uno de nosotros llevamos dentro una palabra, una palabra extraordinaria que todavía no hemos logrado pronunciar. Escribir es para mí la persecución de esa palabra mágica, de la palabra que nos ayude a alcanzar la plenitud; ella es la cifra de mi anhelo: que esa palabra pueda llegar a alguien que la reciba como recibiría el viento un velero en calma sorda y desolada, una palabra que acaso le conduzca hacia la playa, una playa que a veces puede llamarse infancia desaparecida, que puede llamarse vida, o futuro, o recuerdo. Que puede llamarse “tu” o “yo”.

"La palabra hermano, la palabra miedo, la palabra amor, son palabras muy simples, pero llevan el mundo dentro de sí. No siempre es fácil, ni sencillo, descubrirlo. Hay que intentar alcanzar el oculto resplandor de esas palabras, de todas las palabras, o de una sola que todavía nadie oyó nunca pronunciar. Toda mi vida ha sido una constante búsqueda de esa palabra capaz de iluminar con su luz el país de las maravillas que tanto nuestro mundo como, sobre todo, nuestro lenguaje albergan, y que no siempre nosotros sabemos indagar. Porque las palabras —lo diré, para terminar, con los versos que cierran el poema de Alicia—: Invaden un País de Maravillas"



"En el bosque." Discurso leído el 18 de enero de 1998 en la Real Academia Española.

Ana María Matute.

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