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domingo, 25 de mayo de 2008

Milagro...


¿Para qué escribimos?
¿Para quién escribimos?

Se han ensayado tantas respuestas... Pero seguramente tiene que ver con "el darnos," con sacar afuera parte de nuestro mundo interior, parte de nuestra riqueza de "SER humano." No en el sentido posmoderno de mostrarnos a modo de un Gran hermano tan vacío y superficial que no se tolera; sino desde nuestra verdadera esencia, desde nuestra más profunda intimidad. Es como correr un poquito una cortina, entreabrir una ventana para dejar salir... y para dejar entrar. ¿Y quién no tiene temores al respecto?

¡Si pudiéramos acercarnos al Otro siempre desde la admiración, desde el respeto, desde el milagro!

Porque éso somos... un Milagro. Un profundo misterio que ni la ciencia, ni la magia pueden descifrar. Una Cifra, al mejor estilo de Borges. Un destino único, irrepetible, irreemplazable... sobre todo eso, irreemplazable.
Y.. pensándolo mejor... ¿No nos cuesta acercarnos a nosotros mismos con esa misma mirada? ¿Nos vemos como un Milagro? ¿Nos aceptamos como un Misterio? ¿Nos construímos como un Destino irrepetible? ¡¡Cuán profundo podemos bucear en nosotros!! ¡Y cuánto descubrimos en cada expedición, de lo bueno, de lo regular, de lo que tratamos de esconder-nos!

¿Ves lo que te digo? (Me digo)
Si nos descubrimos así, como somos... un milagro imperfecto, en construcción... ¿Cómo no mirar a los Otros con enorme misericordia, con enorme admiración, con alegría y respeto... si es la mirada que queremos para nosotros?!

Y volvemos al principio... ¿Adán y Eva? Y... de alguna manera todos tenemos nuestro propio "Adán y Eva..." en el sentido de empezar a "ser," empezar a equivocarnos y aprender de ello...

Pero no, yo decía al principio de la reflexión... ¿Para qué escribimos?¿Para quién escribimos?
Creo que esa ventana que entreabro, en definitiva, es para mi misma; para dejarme entrar y mirarme, aceptarme... y construírme como un destino único.

Y a partir de ahí amar el Milagro.

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